Desde hace un par de años atrás el transporte marítimo se ha visto afectado por una serie de eventos sanitarios, políticos y económicos que, a parte, han repercutido en muchos, o casi todos, los aspectos de nuestro día a día.
Precedentes
Con la llegada de la Covid-19 el mundo se paralizó y la pandemia pasó a estar en el punto de mira; se cerraron las fronteras por el miedo y desconocimiento de todo aquello que podía provenir del exterior. Transcurridos unos meses, la variante Omicron en China fue uno de los principales factores que podrían hacer que la «vuelta a la normalidad logística» se retrasara. Conociendo su alto grado de transmisibilidad, la política «Covid cero» de China y el hecho de que la ola fuera en sentido inverso a la que tuvimos al inicio de la pandemia, hicieron sencilla la predicción.
A ese hecho se ha añadido la actual invasión de Ucrania por parte de Rusia que, si bien no afecta especialmente los tránsitos marítimos por no ser zonas de paso de los principales corredores (salvo aquellos que tienen como origen/ destino estos países), sí tiene repercusión en el precio de los combustibles y la aplicación de incrementos por parte de las navieras.
Actualidad y conclusión
La historia se repite, con la diferencia de que el punto de partida es más complejo que hace un par de años:
- Falta de espacio
- Fletes en niveles muy elevados
- Retrasos en los tiempos de tránsito por la congestión elevada en otros puertos de transbordo que, sobre la marcha y como alternativa a los puertos chinos afectados, se han habilitado por parte de las navieras y los cuales ya venían sufriendo severas congestiones
A modo de resumen y para entender el incremento de precio en el transporte marítimo:
En el transporte marítimo, todo gira en torno a la oferta y la demanda.
La oferta = número de buques que cada naviera pone en cada ruta x capacidad de esos buques x número de rotaciones que puede hacer cada buque en un año.
El resultado es el número de espacios totales de una naviera en un servicio por año.
Si hay congestión, los barcos no pueden hacer todas las rotaciones previstas, el número de espacios disponibles baja y, consecuentemente, el flete sube si la demanda se mantiene, sube o no baja en la misma proporción que lo haga la oferta.
Desde HLP Klearfold recomendamos a todos aquellos que importan y exportan bienes, intentar gestionar los pedidos con la mayor antelación posible para así prevenir potenciales demoras que se puedan dar en el transporte, y al mismo tiempo contribuir a espaciar la demanda a lo largo del año.
Fuente: Shipping&Solutions